domingo, 7 de diciembre de 2014

KINO Y CRISTOBAL

KINO Y CRISTOBAL


"Si los perros no van al cielo, cuando muera quiero ir a donde ellos van "
Will Rogers



TU MAMA

Hace muuucho tiempo, cuando yo era pequeña, mis papás nos regalaron a tu tío
David y a mí un perrito. Aún no sé bien cuál era su raza, era una mezcla entre maltes y Poodle. Por esa época estaba de moda una película que se llama Dick Tracy, por ende lo nombramos así. Un nombre poco convencional, pero los nombres que tu tío David y yo le poníamos a nuestras mascotas eran así. Tuvimos una perrita Labradora llamada Joan Báez, un par de conejos que se llamaban John Lennon y Yoko Ono, un par de gatos que se llamaron Gino Vannelli primero y Gino Vannelli segundo, en fín. Dick Tracy no  suena tan descabellado al fin y al cabo. Este perro tenía un temperamento horroroso, como la mayoría de los perritos pequeños, y gracias a sus dueños unos hábitos muy exigentes. 
Él dormía en la cama con nosotros y si en algún momento lo movíamos, gruñía, salía tres veces al día y no importaba que día era, siempre tenía que ser a las 6 de la mañana, y ni hablar de la comida, este perro desayunaba dos panes blanditos mojados en chocolate y por bocados que alguno de nosotros tenía que sentarse a darle, almorzaba y cenaba un pedazo de carne picada revuelto con salsa y arroz (Es gracioso porque todos en la casa comíamos a escondidas, de la comida de Dick y como no, si comía mejor que nosotros.Años despuésnos confesamos en común este secreto, tu abuelita Sandra tu tío David y yo). Cuando el perro tenía sus años, llegó Joan Báez, la labradora de la que te hablé antes, era una perrita muy pequeña, tenía algo más de un mes cuando llego, tu tío David la recibió con emoción, yo con un poco de molestia, por todo el trabajo que se venía luego de ver los hábitos de Dick Tracy, lo  menos que yo quería era más trabajo. Joan Creció y era una perrita espectacular, parecía una pantera con su pelo negro y brillante, y con su personalidad de loquita, destrozó toda nuestra casa.

Luego de dos días en la Clínica del Country, nos dieron de alta a ti y a mí. La expectativa contigo era inmensa, muchas preguntas rodaban en mi cabeza; pensaba ¿cómo te ibas acostumbrar a nuestra casita?, ¿cómo te iría con el frio?, si finalmente ¿podría darte de comer?, (porque al principio fue un tema complejo para mí). Pero la pregunta que más me hacía era ¿cómo te iba a ir conociendo al único integrante de la familia que aún no habías visto: Kino?

Kino es un perrotote grandototote, que hace cuatro años está con nosotros. Es gracioso porque no teníamos planeado tener perro, buscábamos uno para tu tía Carolina, pero cuando nos encontramos con Kino, tu papa y  él se eligieron mutuamente, para ser parceritos de vida. Como tú ya bien sabes Costy dice que Kino es el  Brad Pitt de los perros, y tiene mucha razón, porque hay que ver que es bien bonito y creído;  parte de mí cree que él en el fondo sabe lo que tiene, por eso a ratos es antipático, pero cuando lo abrazas es el ser más dulce de la vida, como siempre he dicho, son 3.000 toneladas de amor puro convertidos en pelos.  Historias con Kino tenemos un montón, la vez que se le inflamó un ojo y parecía una caricatura, o cuando lo llevamos por primera vez a un lago en Paipa y se metió a nadar, su amor interminable por las pelotas, su furia defendiendo su territorio, esa que nos ha metido un par de veces en problemas,  su arrunche con nosotros en la cama, sus ojos trasmitiendo amor y sabiduría, en fín.

Cuando por fin llegamos a la casita, en el carro veníamos tu papá, tu abuela Nubia, tú y yo; y mientras tu papá manejaba hablábamos de cómo íbamos a entrar a la casa y presentarte a Kino. Llegamos a la casa, tu papá entro y se llevó a Kino a la cocina, yo entré contigo en brazos y me dirigí a nuestra habitación, tu papá subió con Kino, y él estaba feliz, movía la cola intensamente, y olfateaba todo mi cuerpo y la cobija que te cubría. Entonces te destapé y te puse de espaldas a Kino, y tu papá le dijo a él “Kino mira al bebé, este es Cristóbal”, y Kino te olió cada parte del cuerpo, hasta que se le escapó el primer lengüetazo. (Esa es la forma en que los perros y algunos otros animales, nos dan besitos).  En la clínica nos habían regalado un Osito Tedy para ti, pero desde que llegamos a la casa, Kino lo cogió para él, ahora cuatro meses después de tu llegada no se despega de ese osito, lo carga a todo lado y lo deja en su cama, en la cocina, en la puerta en fin. Siento que para él, ha sido tu regalo de llegada, eso y todo lo que se viene y que él sabe que va a compartir contigo, porque ¿sabes hijo? Kino sabe más que todos nosotros, Kino sabía que venías aún antes que lo supiéramos con tu papito, Kino sabe cuando estás triste y te llena de besos, sabe cuándo estás cansado y no molesta para salir, sabe cuándo quieres abrazarlo y se acerca ti con la cabecita baja y la pone entre tus piernas, sabe a quién quiere oler y a quién no, y sabe que tu papito y yo lo amamos con todo el corazón.


Los animales son seres que te entregan el alma, que dependen cien por ciento de ti, y que tu conciencia de cuidado se convierte en su estilo de vida.
Eso le entiendo luego de toda una vida llena de mascotas, porque tus abuelos nos dejaron vivir esta experiencia, y te puedo decir hijo que ha sido uno de los más grandes regalos de mi infancia. Aprendí a ser responsable más allá de lo que correspondía a mis necesidades y lo más hermoso, aprendí del amor infinito y único;  aún cierro los ojos y recuerdo a Dick Tracy y Joan Baéz, y los amo con todo mi corazón. Los recuerdo en mi cabeza, recuerdo el día que cada uno llegó a la casa, el miedo que le teníamos a Dick Tracy y la ternura que sentíamos por Joan Báez, Dick Tracy durmiendo entre las piernas de Joan y tu tío David molestándolos a los dos, a tu tía María Camila aprendiendo a caminar de la cola de Joan Báez, a tu abuelita Sandra y a mi sacándolos a pasear en las noches a un parque cerca de la casa, a mí bañándolos. Ese amor me llevó a aceptar el volver a tener una mascota y llego la mejor de todas… Kino.  Tu junto a él son  ahora el centro de nuestra existencia. Los veo a los dos y el amor brota por todo mi ser, y con lágrimas en los ojos me imagino cosas como tu durmiendo con él, jugando en el parque, corriendo detrás de él para bañarlos con tu papito… No sé cómo serán estos momentos con Kino  para ti hijo, cuantas travesuras cometerás, cuantas historias luego tendrás para contar… Pero si te puedo garantizar que en Kino vas a tener un AMIGO DEL ALMA, así como lo tuve yo con mi Dick Tracy y con mi Joan Báez