KINO Y CRISTOBAL
"Si los perros no van al cielo, cuando muera quiero ir a donde ellos van "
Will Rogers
Hace muuucho tiempo, cuando yo era pequeña, mis
papás nos regalaron a tu tío
David y a mí un perrito. Aún no sé bien cuál era
su raza, era una mezcla entre maltes y Poodle. Por esa época estaba de moda una
película que se llama Dick Tracy, por ende lo nombramos así. Un nombre poco
convencional, pero los nombres que tu tío David y yo le poníamos a nuestras
mascotas eran así. Tuvimos una perrita Labradora llamada Joan Báez, un par de
conejos que se llamaban John Lennon y Yoko Ono, un par de gatos que se llamaron
Gino Vannelli primero y Gino Vannelli segundo, en fín. Dick Tracy no suena tan descabellado al fin y al cabo. Este
perro tenía un temperament o horroroso, como la mayoría de los perritos
pequeños, y gracias a sus dueños unos hábitos muy exigentes.
Él dormía en la
cama con nosotros y si en algún momento lo movíamos, gruñía, salía tres veces
al día y no importaba que día era, siempre tenía que ser a las 6 de la mañana,
y ni hablar de la comida, este perro desayunaba dos panes blanditos mojados en
chocolate y por bocados que alguno de nosotros tenía que sentarse a darle,
almorzaba y cenaba un pedazo de carne picada revuelto con salsa y arroz (Es
gracioso porque todos en la casa comíamos a escondidas, de la comida de Dick y
como no, si comía mejor que nosotros.Años despuésnos confesamos en común este
secreto, tu abuelita Sandra tu tío David y yo). Cuando el perro tenía sus años,
llegó Joan Báez, la labradora de la que te hablé antes, era una perrita muy
pequeña, tenía algo más de un mes cuando llego, tu tío David la recibió con
emoción, yo con un poco de molestia, por todo el trabajo que se venía luego de
ver los hábitos de Dick Tracy, lo menos
que yo quería era más trabajo. Joan Creció y era una perrita espectacular, parecía
una pantera con su pelo negro y brillante, y con su personalidad de loquita,
destrozó toda nuestra casa.
Luego de dos días en la Clínica del Country, nos
dieron de alta a ti y a mí. La expectativa contigo era inmensa, muchas
preguntas rodaban en mi cabeza; pensaba ¿cómo te ibas acostumbrar a nuestra
casita?, ¿cómo te iría con el frio?, si finalmente ¿podría darte de comer?, (porque
al principio fue un tema complejo para mí). Pero la pregunta que más me hacía era
¿cómo te iba a ir conociendo al único integrante de la familia que aún no
habías visto: Kino?
Kino es un perrotote grandototote, que hace
cuatro años está con nosotros. Es gracioso porque no teníamos planeado tener
perro, buscábamos uno para tu tía Carolina, pero cuando nos encontramos con
Kino, tu papa y él se eligieron
mutuamente, para ser parceritos de vida. Como tú ya bien sabes Costy dice que Kino
es el Brad Pitt de los perros, y tiene
mucha razón, porque hay que ver que es bien bonito y creído; parte de mí cree que él en el fondo sabe lo
que tiene, por eso a ratos es antipático, pero cuando lo abrazas es el ser más
dulce de la vida, como siempre he dicho, son 3.000 toneladas de amor puro
convertidos en pelos. Historias con Kino
tenemos un montón, la vez que se le inflamó un ojo y parecía una caricatura, o
cuando lo llevamos por primera vez a un lago en Paipa y se metió a nadar, su
amor interminable por las pelotas, su furia defendiendo su territorio, esa que
nos ha metido un par de veces en problemas,
su arrunche con nosotros en la cama, sus ojos trasmitiendo amor y
sabiduría, en fín.
Cuando por fin llegamos a la casita, en el
carro veníamos tu papá, tu abuela Nubia, tú y yo; y mientras tu papá manejaba hablábamos
de cómo íbamos a entrar a la casa y presentarte a Kino. Llegamos a la casa, tu
papá entro y se llevó a Kino a la cocina, yo entré contigo en brazos y me
dirigí a nuestra habitación, tu papá subió con Kino, y él estaba feliz, movía
la cola intensamente, y olfateaba todo mi cuerpo y la cobija que te cubría.
Entonces te destapé y te puse de espaldas a Kino, y tu papá le dijo a él “Kino
mira al bebé, este es Cristóbal”, y Kino te olió cada parte del cuerpo, hasta
que se le escapó el primer lengüetazo. (Esa es la forma en que los perros y
algunos otros animales, nos dan besitos). En la clínica nos habían regalado un Osito
Tedy para ti, pero desde que llegamos a la casa, Kino lo cogió para él, ahora
cuatro meses después de tu llegada no se despega de ese osito, lo carga a todo
lado y lo deja en su cama, en la cocina, en la puerta en fin. Siento que para
él, ha sido tu regalo de llegada, eso y todo lo que se viene y que él sabe que
va a compartir contigo, porque ¿sabes hijo? Kino sabe más que todos nosotros,
Kino sabía que venías aún antes que lo supiéramos con tu papito, Kino sabe
cuando estás triste y te llena de besos, sabe cuándo estás cansado y no molesta
para salir, sabe cuándo quieres abrazarlo y se acerca ti con la cabecita baja y
la pone entre tus piernas, sabe a quién quiere oler y a quién no, y sabe que tu
papito y yo lo amamos con todo el corazón.
Los animales son seres que te entregan el alma,
que dependen cien por ciento de ti, y que tu conciencia de cuidado se convierte
en su estilo de vida.
Eso le entiendo luego de toda una vida llena de mascotas, porque tus abuelos nos dejaron vivir esta experiencia, y te puedo decir hijo que ha sido uno de los más grandes regalos de mi infancia. Aprendí a ser responsable más allá de lo que correspondía a mis necesidades y lo más hermoso, aprendí del amor infinito y único; aún cierro los ojos y recuerdo a Dick Tracy y Joan Baéz, y los amo con todo mi corazón. Los recuerdo en mi cabeza, recuerdo el día que cada uno llegó a la casa, el miedo que le teníamos a Dick Tracy y la ternura que sentíamos por Joan Báez, Dick Tracy durmiendo entre las piernas de Joan y tu tío David molestándolos a los dos, a tu tía María Camila aprendiendo a caminar de la cola de Joan Báez, a tu abuelita Sandra y a mi sacándolos a pasear en las noches a un parque cerca de la casa, a mí bañándolos. Ese amor me llevó a aceptar el volver a tener una mascota y llego la mejor de todas… Kino. Tu junto a él son ahora el centro de nuestra existencia. Los veo a los dos y el amor brota por todo mi ser, y con lágrimas en los ojos me imagino cosas como tu durmiendo con él, jugando en el parque, corriendo detrás de él para bañarlos con tu papito… No sé cómo serán estos momentos con Kino para ti hijo, cuantas travesuras cometerás, cuantas historias luego tendrás para contar… Pero si te puedo garantizar que en Kino vas a tener un AMIGO DEL ALMA, así como lo tuve yo con mi Dick Tracy y con mi Joan Báez.
Eso le entiendo luego de toda una vida llena de mascotas, porque tus abuelos nos dejaron vivir esta experiencia, y te puedo decir hijo que ha sido uno de los más grandes regalos de mi infancia. Aprendí a ser responsable más allá de lo que correspondía a mis necesidades y lo más hermoso, aprendí del amor infinito y único; aún cierro los ojos y recuerdo a Dick Tracy y Joan Baéz, y los amo con todo mi corazón. Los recuerdo en mi cabeza, recuerdo el día que cada uno llegó a la casa, el miedo que le teníamos a Dick Tracy y la ternura que sentíamos por Joan Báez, Dick Tracy durmiendo entre las piernas de Joan y tu tío David molestándolos a los dos, a tu tía María Camila aprendiendo a caminar de la cola de Joan Báez, a tu abuelita Sandra y a mi sacándolos a pasear en las noches a un parque cerca de la casa, a mí bañándolos. Ese amor me llevó a aceptar el volver a tener una mascota y llego la mejor de todas… Kino. Tu junto a él son ahora el centro de nuestra existencia. Los veo a los dos y el amor brota por todo mi ser, y con lágrimas en los ojos me imagino cosas como tu durmiendo con él, jugando en el parque, corriendo detrás de él para bañarlos con tu papito… No sé cómo serán estos momentos con Kino para ti hijo, cuantas travesuras cometerás, cuantas historias luego tendrás para contar… Pero si te puedo garantizar que en Kino vas a tener un AMIGO DEL ALMA, así como lo tuve yo con mi Dick Tracy y con mi Joan Báez.