miércoles, 22 de julio de 2015

APRENDIENDO A COCINAR


APRENDIENDO A COCINAR

TU MAMA

El tiempo se ha pasado muy rápido, ya hace un par de días cumpliste once meses. Hace nada te tenía en la pancita y lo único que podía hacer era fantasear con tu llegada, pero nada de lo que alguna vez imaginé se parece a esto que vivo ahora contigo. He aprendido un montón, y de cosas que nunca imaginé que tendría la necesidad de aprender; de detergentes de ropa, de remedios para diferentes cosas, de antibacteriales, y  ¡hasta de cocina!

Tu bisabuela Susana cocina delicioso, y demuestra su amor siempre a través de la comida. Ella sabe que plato quiere cada uno de nosotros, y lo prepara de forma especial siempre. Creo que así eran las mamás de esa época, porque siempre escucharas a nuestra generación hablar de lo rica que era la comida de las abuelas. La abuela Sandra también cocina muy rico, tiene unos platos deliciosos y muy prácticos de hacer; eso me parece curioso, porque tú le pides un plato y en menos de nada lo ha preparado. Cuando éramos pequeños, tu tío David y yo, comíamos con gusto todo lo que mi mamá nos preparaba, recuerdo que todos los días eran platos diferentes hechos por ella, que adicionalmente venían acompañados de jugos naturales… Demasiado delicioso.  Esa cadena se rompió con mi generación, bueno más específicamente conmigo. Pienso que nunca tuve la dedicación para desarrollar una lógica de la cocina, sí, así como lo oyes, ¡hay una Lógica para la Cocina! Tú le preguntas a cualquiera de ellas como preparas un plato y aunque no sepan, deducen cuales son los ingredientes… Esa lógica faltó conmigo.

Hace cinco meses, estábamos en el pediatra en control contigo, y ella muy sonriente nos dice que Ya es hora que comas alimentos diferentes a la leche. Al principio parecía fácil, sólo eran compotas naturales y cremas sencillas. Sin embargo con el pasar del tiempo, ya no eran platos de un solo ingrediente, sino que ya eran sopas y comidas compuestas.

Esto me generó un poco de pánico. Lo primero que pensé fue en mi niñez, y como yo siempre he atesorado la cocina de mi abuela, mis tías y mi mamá. Pensé de forma fatalista, “Ahora Cristóbal va a sufrir con una mamá que no sabe cocinar nada”.  Bueno, realmente la cosa no es tan grave, no es que no sepa cocinar nada, tengo como tres  platos deliciosos: lasagna, pasta bolognesa y  arepas venezolanas, pero bueno esos tres platos no me iban a alcanzar para toda tu niñez, en algún punto de iba a cansar de lo mismo.

Lo primero que hice, como buena mamá de esta generación fue buscar ayuda en internet, preguntar si alguien me podía ayudar con unas clases sencillas para poder hacer sopas y cosas caseras, saludables y eventualmente aprender a hacer cosas más complejas. Tengo una rutina que disfruto con todo el corazón;  desde ir a comprar la fruta y la verdura, pensar que hacer,  y guardar porciones de acuerdo a lo que te corresponde comer. Sé hacer dos o tres cosas más, entre esas tus papillas de sal y de dulce, mezclando varios ingredientes y entendiendo la lógica de la cocina, un análisis no muy fácil de aprender, cuando no te has acostumbrado; sin embargo este es sólo una muestra de amor que quiero darte en la vida hijo.


La verdad es que la dedicación en realizar cosas de la casa, es simplemente algo que me nace hacer por mi familia, y especialmente para ti; porque pienso que dentro de todo lo que construyes en tu pequeño mundo, yo tengo una gran responsabilidad, y quiero que todo sea con mi mayor esfuerzo. Por esto, según lo que visto pasamos la mayoría de las mamás, es un amor puro y sin fin, que nunca deja de llenarte de sorpresas, ya que jamás podrás medir la capacidad de todo lo que puedes lograr, sólo con una sonrisa de amor de esos ángeles hermosos de la vida, llamados hijos. Mi promesa es poderte dar lo mejor de mí, aunque eso implique cocinar, lavar tu ropa, cambiar muuuchos más pañales, jugar contigo, trasnochar y arruncharte mientras duermes, alzarte y arrullarte cuando estás desconsolado, verte sonreír cada segundo, llorar en algunos momentos,  enfrentar todo lo que se te viene, y recibirte en la cocina con la comida de mamá, para que alguna vez le cuentes a las personas cuando seas grande, lo rico que era comer en la Cocina de tu Mami!

CRISTOBAL DE VUELTA


TU PRIMERA CAIDA

 “Why do we fall? So we can learn to pick ourselves up.” 
Alfred Pennyworth

Dicen por ahí que es preferible caer y tener la fortaleza de levantarnos. Aun con eso entiendo como algunos padres tienen ese deseo profundo de traspasar su experiencia y sabiduría a sus propios hijos, para que no cometan los errores que ellos alguna vez cometieron, para que no caigan, así como sus padres alguna vez cayeron.

Todos estos meses hemos estado acompañándote en este maravilloso trayecto, esa aventura de descubrir este mundo desde tus ojos ha sido para los míos un renacer. Ahora veo las cosas con otra perspectiva, dejé a un lado el celular, las noticias y las preocupaciones y me he enfocado en vivir una experiencia más parecida a la que tú me muestras. Que maravilloso es ver cómo te conectas con el presente y como me enseñas a hacer algo que en todos nosotros era natural en un principio, estar en el presente.

Has traído alegrías y bendiciones por montón, las experiencias siguen y los  aprendizajes se acumulan. Tu madre y yo estamos cada vez más conectados, tu llegada nos ha traído más unión y conexión. Es increíble lo que puede crecer tu habilidad de comunicación cuando lo necesitas, tu mamá y yo ahora nos entendemos mucho más, basta una mirada o una simple frase y ya entendemos que es lo que a cada uno de nosotros nos corresponde hacer en esta tarea de apoyarte y cuidarte. En la medida en que va pasando el tiempo hemos entendido también que la crianza es algo dinámico, cambia con los días. Antes había que sostenerte la cabeza porque tu cuello estaba hasta ahora desarrollando la fuerza para hacerlo por sí mismo. Ahora hay que estar pendiente de que no te caigas.

Veras hijo una bendición es algo que no se ve, no se prueba, ni se escucha, es una cosa que es intangible pero al mismo tiempo maravillosa. Algunos creen que no existe, pero yo te aseguro que es algo que está ahí y que siempre te acompañará mientras estés conectado, mientras sigas creyendo. Imagina por un instante la confianza, el concepto de confianza es algo que te hace sentir seguro y que te da la certeza de dar lo mejor de ti, ahora imagina la confianza multiplicada por un millón, el resultado es precisamente… las bendiciones y ¿sabes porque hijo?, porque las bendiciones son como la confianza de Dios, entonces… ¿no te parecen geniales las bendiciones?

“En que nos metimos” me dijo tu mamá, cuando supo de tu golpe. Caíste de frente contra el asfalto, te rompiste el labio y la nariz y después de hacer lo que normalmente se hace para asegurarnos de que no había sido nada grave. Empezamos a pensar en la vida, empezamos a pensar en tu vida.

“Niños pequeños problemas pequeños, niños grandes problemas grandes”. Por un instante aquel dicho popular me hace sentir angustia sobre el porvenir, que será de ti, que pasará cuando vivas retos más grandes, en el colegio o en la universidad, cuando alguien más te haga sentir mal, cuando una chica te rechace. En circunstancias donde no sabré donde estas, ni qué hacer, ni cómo solucionarlo. Que pasará entonces. ¡Hay Dios mío el sexo y las drogas! 


Después de saber de tu golpe vamos tu madre y yo a recogerte, me produces una profunda dulzura cuando te levanto entre mis brazos y veo tu boca y tu nariz golpeadas. De repente vuelve a mí una fuerza diferente, una sensación diferente, cuando me conecto de nuevo contigo y me haces sentir una profunda confianza, un sentimiento de seguridad que me acompaña y me dices con tus ojos, “tranquilo papá todo va a estar bien”. En ese momento me lleno de aquella enorme fortaleza, tomo un fuerte respiro y te digo pasito. “Te prometo que siempre estaré ahí para ti, aprenderé y te apoyaré en todo lo que pueda y mucho más, siempre que me necesites, siempre que quieras estar conmigo, allí estaré. Sin miedo hijo… porque no estaremos solos… Dios nos acompañará siempre, gracias por recordármelo”